miércoles, 31 de marzo de 2010

La arena incandescente.

Sentíamos la arena entre nuestros dedos, los granos rozando la plantas de nuestros pies. Mi callo del pie derecho se sentía en el paraíso cuando el agua nos alcanzaba al refrescarse del calor de la superficie. Te voltee a ver y miradas absorta el horizonte. ¿Qué piensas? te pregunte viendo la espuma del mar a sabiendas de que no pensabas nada.
En todo- dijiste tu para mi sorpresa como queriendo susurrar sin lograrlo.
Después callamos. Yo trate de buscar algo en que hablar pero no logre encontrar un tópico, mientras tu pensabas en todo aunque aun tengo la idea de que tu mente estaba en blanco. La temperatura de la arena se tornaba insoportable.
El sol quemaba nuestra piel. Las nubes habían decidido tomarse el día libre. La marea aumentaba lentamente. Tu no dejabas de observar el horizonte. No se porque, no le veía lo interesante.
Deberíamos meternos- comente noseporque.
No se nadar creo que me dijiste.
Yo tampoco se-conteste.
Caminamos directo hacia el horizonte que observabas. Cuando el nivel del agua alcanzo tu cuello tomaste mi mano. Me volteaste a ver a los ojos por primera vez en mucho tiempo. Permanecí quieto esperando observar una sonrisa que nunca llego. Me olvide del ardor que sufrían mis pies.
El agua te cubrió por completo. Después a mi. No me soltaste, ni yo a ti. Nada nos detuvo, seguimos adentrándonos.